¿Se puede enseñar filosofía?

Este sitio fue creado para lograr que el aporte filosófico sirva a los que transitamos por el camino de la reflexión y de los grandes interrogantes que siempre mantuvo en vilo a todos los hombres, en todos los tiempos y lugares.
Pretendemos que el reflexionar filosófico no quede en las esferas académicas, sino que pueda trasmitirse a hombres y mujeres de nuestro tiempo, y por sobre todo a nuestros jóvenes.
¿Se puede enseñar filosofía?...Si se puede y lo demostraremos en este blog.
Martín Nievas

martes, 11 de junio de 2013

BLOQUE TEMÁTICO I: Filosofía Antigua

Filósofos Pre-Socráticos

            Los primeros filósofos tratan de establecer un principio originario del cual procede toda la realidad. A este sustrato último, origen y causa del cosmos y elemento constitutivo de todos los seres que componen la physis o naturaleza, lo denominan “arjé”.
 Las respuestas a la pregunta sobre el arjé fueron diversas: monistas y pluralistas, materialistas y espiritualistas, concretas y abstractas. Los principales filósofos presocráticos son:
 Tales de Mileto (640-545 a.C).- Es considerado como el primero de los filósofos ya que fue quien se preguntó por primera vez, acerca de la unidad de toda multiplicidad, es decir: ¿cuál es el fundamento de todo lo real, individual, existente? Para Tales, el arjé es el agua, principio de vida y elemento originario que se encuentra en todos los seres naturales. Todo es generado por el agua, y todo en su fin volverá al agua.
 Anaximandro (610-545 a.C).- El arjé es un principio eterno de carácter inmaterial, indefinido, abstracto, denominado apeiron, que se traduce por “lo indeterminado”.
 Anaxímenes.- Vuelve a instaurar un sustrato material, el aire, principio vital y originario del cosmos. Mediante dos procesos opuestos (condensación o espesamiento y rarefacción o adelgazamiento) se constituyen todos los elementos: roca, tierra, agua, nubes, aire, fuego.
 Pitágoras (Hacia 530 a.C).- Formó una escuela centrada fundamentalmente en la investigación matemática. Los pitagóricos consideraron que el arjé no es un sustrato de carácter material, ni tampoco indeterminado o indefinido, sino que se trata de un principio formal abstracto: el número. Todos los seres se reducen a números, y todo el conjunto de la physis se compone en última instancia de números, los cuales explican toda la realidad.
Anaxágoras (500-428 a.C).- Propone un arjé de tipo espiritual. El orden está presidido por el nous (entendimiento, razón), que domina toda la naturaleza, la cual está compuesta de pequeñísimas partículas elementales (homeomerías), que en un principio se encontraban dispersas, mezcladas caóticamente, hasta que fueron ordenadas por la fuerza exterior y suprema del nous o inteligencia ordenadora, que imprimió a la materia caótica y eterna un movimiento de remolino, quedando formado el cosmos.
 Leucipo y Demócrito (460-370 a.C).- La naturaleza se encuentra formada por un número infinito de elementos ínfimos e indivisibles, llamados átomos, que constituyen el arjé y que se mueven eternamente en el vacío. Los átomos presentan diversas formas, y de su combinación surge la pluralidad.
 Empédocles (490-430 a.C).- El arjé lo constituyen los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego.
 Heráclito de Éfeso (546- 480 a.C).- El arjé  para este filósofo es el fuego. El universo es fuego eterno, que conforme a cierta medida y proporción se enciende y apaga. Esta medida es el Logos o explicación racional, con el cual se manifiesta el orden y armonía del cosmos, las leyes que determinan la unidad y lucha de contrarios. Es el principio explicativo y rector del universo y de su devenir constante, debiendo dirigirse toda investigación al conocimiento del Logos.
        Heráclito concibe al universo en constante cambio y transformación, continuo devenir y hacerse, llegar a ser, mediante una lucha de contrarios o dialéctica: "la guerra es padre de todas las cosas". Afirma que "todo fluye" (panta rei), de manera que no es posible bañarse dos veces en las aguas del mismo río. Este devenir dialéctico no se realiza de modo caótico ni azaroso, sino regido y ordenado por las leyes del Logos.
 Parmenides de Elea (540-470 aC).- La oposición radical a la concepción heraclitiana está representada por la escuela eleática, cuyo fundador Parmenides distingue entre dos caminos o vías de conocimiento e investigación: la verdad y la opinión.
 A) Vía de la verdad: Según esta vía, no hay devenir, sino Ser. El Ser es, y el no-Ser no es, resultando imposible el tránsito del Ser al no-Ser o a la inversa, del no-Ser al Ser. Tanto el pensamiento como la expresión tienen por objeto el Ser: "Lo mismo es el pensar y el Ser”. Las características propias del Ser son las siguientes:
El Ser es eterno e infinito, ya que no tiene principio ni fin ni limitación alguna.
El Ser es inmutable y estático, ya que si cambiase dejaría de ser lo que es para pasar a ser otro, y entonces sería y no sería a la vez, lo cual es imposible. Por tanto, se niega la posibilidad de cambio o movimiento en el ámbito del Ser.
El Ser es uno, indivisible, completo o continuo, sin vacío, perfecto y acabado, negando por tanto la pluralidad de seres.
 B) Vía de la opinión: Por el contrario, la vía de la opinión o doxa se centra en las transformaciones del mundo, que solo son mera apariencia o variación, la cual no existe desde el punto de vista del Ser. La vía de la opinión radica en las sensaciones, en los sentidos, que captan las transformaciones del mundo e interpretan los cambios como un llegar a ser, y en ello radica su error, ya que el Ser no puede darse a los sentidos, no es perceptible, sino que se da en el nous   (entendimiento, razón), y solo es inteligible mediante el nous.
             Un discípulo de Parménides, Zenón de Elea, elabora curiosos argumentos, paradojas o aporías, para defender las tesis de su maestro Parménides acerca de la imposibilidad del movimiento (Aquiles y la tortuga, La flecha y la diana, etc.).

Sócrates (470- 399 a.C).

 Sócrates no escribió ninguna obra, pues concebía la Filosofía como investigación en común mediante el diálogo, quedando reflejados sus pensamientos filosóficos en las obras de su discípulo Platón.
  Es contemporáneo de los sofistas, con quienes comparte el abandono de las cuestiones cosmológicas y el interés por la Antropología, Moral y Política y su vinculación con el lenguaje. Pero la postura de Sócrates es completamente opuesta a los sofistas, a quienes criticará radicalmente.

El método de Sócrates:

  Método inductivo: Para Sócrates, el Logos es aquello que se dice para definir una cosa, para dar razones de ella, esto es, la esencia. La vía de acceso al Logos es la inducción: a partir de muchos casos particulares podemos intentar generalizar en un concepto universal que exprese la esencia de algo, lo que verdaderamente es mas allá del cambio y la apariencia. Este procedimiento lo aplicará a los temas morales, y no a los seres naturales.

  Mayéutica (parto=mayeusis): Consiste en que cada cual de a luz la verdad, la cual se encuentra en su propio interior. En el diálogo se posibilita este alumbramiento, ayudando al interlocutor formulando interrogantes que le hagan dudar, convenciéndole de su propia ignorancia para que pueda aflorar la verdad universal que se halla en su espíritu. La mayeútica tendría dos partes. Una parte negativa, donde mediante la argumentación irónica - ironía-, el interrogador pone en ridículo al falso sabio, haciéndole reconocer su ignorancia. Con ello se pretenden destruir los prejuicios y la opinión infundada. Una vez que el individuo reconoce la propia ignorancia, una vez que reconoce que lo que creía saber carece de fundamento verdadero, entonces se desarrolla la parte positiva, que radica en hacer aflorar, en hacer parir la verdad universal que llevamos dentro mediante el diálogo y el método inductivo: a partir de los casos individuales se pretende llegar a lo que tienen en común de manera universal. Ese algo sería la esencia que se expresa en el concepto. Esa búsqueda de lo universal se realiza mediante el diálogo.
    Los conceptos como el bien, la justicia, la belleza, etc., son para Sócrates de carácter universal, subsisten de manera idéntica para todas las personas en todas las épocas, en oposición radical al relativismo y convencionalismo de los sofistas. Sócrates constantemente investiga en el ámbito de la Ética acerca de conceptos generales o universales, tratando de alcanzar una determinación y definición de los mismos, de su esencia permanente, de aquello en lo que consiste lo bueno, lo bello, lo justo en sí.
            Al igual que Sócrates, Platón considera que el saber se encuentra en el interior del alma desde el nacimiento, tal y como se refleja en el mito del carro alado y la teoría platónica del conocimiento como anamnesis, según la cual conocer es recordar aquello que ya sabemos desde el nacimiento pero hemos olvidado.
             El punto de partida de la investigación filosófica socrática es el propio ser humano: "Conócete a ti mismo"y la primera condición para ello es el reconocimiento de la propia ignorancia: "Sólo sé que no se nada". Para Sócrates, al contrario que los sofistas, el más sabio es quien sabe que no sabe, pues el que se cree en posesión de la sabiduría ignora hasta su propia ignorancia, y no es capaz de investigar, permaneciendo en la ignorancia, lejos de la verdad y la virtud, ya que Sócrates  - al igual que Platón-  identifica el saber con la virtud (intelectualismo moral.)

Sofistas

 La pregunta acerca del cosmos y su origen (arjé) obtiene diversas y contradictorias respuestas en los filósofos presocráticos, pero ninguna de ellas prevalece, lo cual conduce al escepticismo. En consecuencia, tanto los sofistas como Sócrates abandonan las cuestiones cosmológicas para centrarse en el ser humano y su entorno comunitario.
Los sofistas  (sofós=sabio)  se  consideran  poseedores  de   sabiduría, dedicándose a enseñarla y transmitirla, sobre todo en temas de Retórica, Política, Moral y Derecho. Las características fundamentales de la sofística son:

 ESCEPTICISMO: Es la postura filosófica que consiste en suspender tanto el asentimiento como la negación a todo juicio que verse acerca de una determinada cuestión, permaneciendo en la duda sin afirmar ni negar nada. Entre los sofistas no solo se duda acerca de si existe la única verdad, indudable y que deba ser aceptada por todos, sino que también se duda que esta verdad, en caso de admitirse su existencia, pudiera ser accesible al conocimiento humano. Gorgias de Leontini  manifiesta. "No existe nada verdadero. Si existiera, no podríamos conocerlo. Si lo conociéramos, no podríamos comunicarlo mediante el Lenguaje".

 CONVENCIONALISMO: Tanto las normas morales como las leyes jurídicas del Estado son arbitrarias y convencionales, esto es, se adoptan por mero acuerdo o convención entre las personas. No son eternas, inmutables o necesarias, no emanan de los dioses ni del Logos, ni tampoco se fundamentan en la naturaleza humana ni en ninguna ley universal, ya que lo verdaderamente natural es la desigualdad fundamental entre los seres humanos, y el derecho natural consiste en la ley del más fuerte y la búsqueda del placer. En conclusión, no puede darse un criterio objetivo, estable y universal acerca de las cuestiones morales, sino que estas se supeditan al acuerdo que las personas toman por propia conveniencia.

 RELATIVISMO: En contra de la cultura griega precedente, los sofistas consideran que tanto la Moral como las normas válidas de comportamiento son relativas para cada comunidad y para cada determinada época, no existiendo un criterio universal de verdad.   Para Protágoras de Abdera (480-410 a.C) no existe una norma universal de conducta, sino que cada cual debe adecuar sus acciones a las circunstancias. Defiende que "el ser humano es la medida de todas las cosas", esto es, no hay una verdad absoluta, vigente universalmente, sino que la verdad es relativa, dependiendo de los intereses particulares y supeditándose al criterio individual. En el mismo sentido expresa: "Una misma cosa a unos les resulta dulce y a otros amarga". Y también: "Los juicios de diversos individuos tienen la misma validez, por tanto se pueden admitir a veces tesis contrarias".  El lenguaje adquiere un valor capital, pudiendo convertirse en instrumento de manipulación y dominio, como afirma Gorgias: "La palabra es un poderoso tirano, capaz de realizar las obras más divinas, a pesar de ser el más pequeño e indivisible de los cuerpos. En efecto, es capaz de apaciguar el miedo y eliminar el dolor, de producir la alegría y excitar la compasión".


Platón

 En el pensamiento de Platón confluyen todos los temas y problemas de la filosofía precedente; y con el pensamiento de Platón se mantiene en constante y explícita relación todo el desarrollo sucesivo del saber filosófico. A través de la profundización de la postura socrática, Platón se encuentra a su vez frente al gran problema, planteado por Parménides, de la conciliación de experiencia y­ razón.
            En la búsqueda del elemento unificador de lo múltiple la filosofía  presocrática se remite tanto al concepto al concepto más universal. Desea establecer no simplemente qué hay de idéntico en un grupo de objetos  (por ejemplo, lo que hay de idéntico en las acciones justas), sino lo que es idéntico en todas las cosas, o sea el concepto de la totalidad de lo múltiple.
    La inteligibilidad del ser se convierte, pues, en Platón en un verdadero componente clave del principio unificador de lo múltiple. Al determinar qué hay de idéntico en todos los entes, antes que nada de­berá reconocerse que todas las cosas son inteligibles, o sea que la inteligibilidad  pertenece a lo que hay de más idéntico en cada cosa. Y dentro de esta nueva perspectiva Platón vuelve a pensar los grandes temas de la filosofía presocrática.

La Idea Platónica:

El concepto difiere tanto del conocimiento de lo  particular como de la sensación. El contenido del concepto es lo que hay  de idéntico en cada cosa particular y sensible, o en cier­tos grupos de cosas. Lo cual difiere de conocer una cosa en su particularidad. ¿En  qué relación se encuentra el contenido del concepto con las cosas particulares y sensibles?
        La inmutabilidad de la idea. – Un  hombre concreto, Pedro, nace, se transforma al crecer y perece; en cambio, “el hombre”, su ser esencial, se presenta constante y eternamente idéntico a él mismo. No puede existir momento alguno en el cual el ser-hombre, la magnitud, la blancura, la justicia, etc., no sean, respectiva­mente, ser-hombre, magnitud, blancura, justicia, etc., o sea que son eternamente iguales a ellos mismos. Pero existen momentos en los cuales este hombre, esta cosa grande, esta cosa blanca, esta cosa justa aún no existe o ya no existe: cuando este hombre es aún embrión o se ha convertido en polvo, cuando esta cosa grande es aún pequeña  o lo ha vuelto a ser.
        Al contenido del concepto Platón lo llama idea. Por lo tanto, mientras los entes particulares devienen y son mutables­, la idea es  inmutable y eterna, y por lo tanto es el ser por excelencia. El término “idea” no indica algo creado mentalmente, sino algo que preexiste al ser humano y que este lo puede  captar con su inteligencia. La idea es el ser en su aparecer a la mente y no ante los sentidos.
Si se tiene presente que el sentido originario de la physis, en el pensamiento filosófico, es la aparición del ser, la idea es la physis misma. Pero esta no se muestra de manera sensible, sino de manera inteligible.
La idea es pensada (concebida) no sentida. Podemos tocar, ver, oír a este hombre, pero no tocar, ver, oír al “hombre”. La idea es un significado: el significado que muestra qué es cierto ente, y los significados no se tocan ni se ven. Su manifestación es algo diferente de ser sentidos; los significados son pensados. Veo  esta superficie roja; pero el significado "rojo” no puede ser visto; es pensable, inteligible a la razón. Ya que las ideas son tantas como conceptos hay, las ideas constituyen un mundo inteligible, diferente, pues, del mundo sensible, formado por los entes particulares y mutables. El mundo de las  ideas es el contenido del  conocimiento conceptual; el mundo sensible, el contenido del conocimiento particular y sensible. El ser inmutable y eterno, la idea se manifiesta en el conocimiento conceptual; mientras que el conocimien­to no conceptual, es decir, el sensible, tiene como contenido el ser que deviene y llega a corromperse.
 Así pues, para Platón existen dos mundosel mundo de las ideas, formado por seres inmutables, eternos, estáticos, universales, y el mundo sensible, formado por todas las cosas particulares que se presentan ante nuestros sentidos, las cuales están sometidas al movimiento, cambio, generación y destrucción. El primer mundo es conocido por la razón; a ese conocimiento lo denomina Platón espíteme (ciencia). El segundo es captado por los sentidos y al conocimiento proporcionado por éstos Platón lo denomina  doxa (opinión).
Si consideramos qué es cualquier cosa perteneciente al mundo sensible, siempre se tratará de una idea: la idea de hombre, por ejemplo, es lo que cierto hombre -supongamos Alcíbíades- es. La idea constituye, por lo tanto, el ser del mundo sensible; o sea que el mundo sensible es en virtud de este ser de la idea.
Cuando un ente sensible se genera, todo su ser ya preexistía (ya que su ser es la idea, en  virtud de la cual éste existe), y  cuando se corrompe, todo el ser continúa existiendo. El mundo sensible es el ser derivado.
           Así,  las causas del mundo sensible son tres: la idea, verdadero ser, inmutable y esterno, modelo, forma y esencia de las cosas sensibles. Las cuales son lo que son porque participan de la idea; el demiurgo, que da forma a la materia copiando el modelo de las ideas y la jora, materia informe que es modelada o estructurada por el demiurgo.
    a) La idea es por lo tanto la “verdadera causa” del mundo sensible: todo que es lo es porque en él de alguna  manera está presente el mundo inteligible. Por ejemplo, si una cosa es bella, por ninguna ­otra causa es bella sino por la presencia en ella de lo bello en sí, (o sea de la idea de lo bello); y por ninguna otra causa Sócrates es hombre, si no es porque en él está presente el “hombre en sí”, la idea o esencia de hombre. Por lo tanto, los entes sensibles se generan porque participan de cierta idea (o sea aquella por la cual son lo que son), y se corrompen cuando ya no logran participar en ella. Platón expresa de varias maneras la “presencia” de la idea en lo sensible: diciendo que lo sensible “participa” o "imita" la idea, o que es su "copia" e “imagen”.
    b) El DemiurgoSi lo sensible se genera porque participa de lo inteligible, por otra parte es necesaria una causa de la generación, o sea una causa que haga lo sensible partícipe de lo inteligible. En otros términos: todo lo que nace puede nacer sólo en cuanto participa del eterno ser inteligible; pero también se requiere una fuerza que tenga la capacidad de realizar tal participación, o sea de producir lo sensible a imagen y seme­janza de lo inteligible. No puede tratarse, pues, de una fuer­za ciega, sino de una potencia que es a la vez suprema sabiduría que conoce totalmente el mundo inteli­gible y, por lo tanto, puede adoptarlo como modelo en la producción de lo sensible. A esta suprema potencia de la sa­biduría -este Demiurgo del universo- Platón lo llama Dios.
    c) La  Jora o “Madre” de la generación.  Si la idea está presente en el mundo sensible por obra del Demiurgo, la constitución del mundo sensible requiere finalmente también la existencia de lo que recibe lo inteligible, o sea de aquello en lo que está presente lo inteligible y por lo tanto en lo cual se genera el universo. Si lo sensible es imagen de la idea, la imagen pue­de existir sólo en cuanto está constituida por “algo” que por obra del  Demiurgo, se transforma justamente en imagen de la idea.
Esta naturaleza materna  Platón la llama jora; de por sí no tiene ninguna inteligibilidad- o sea que no es tierra, ni aire, ni fue­go, ni agua, sino que es absolutamente indeterminada; es, por tanto, la pura capacidad de recibir cualquier forma. Una ca­pacidad eterna que no puede generarse o destruirse y coe­xiste eternamente con el mundo inteligible y con el Demiur­go. Ya que de por sí está privada de toda inteligibilidad, es el caos originario, al que transforma en cosmos ordenado el demiurgo. Y como la idea es el principio de todo bien, el caos originario es, como tal, principio de todo mal.
Verdad y Opinión:
Como ya habían observado Parménides y Heráclito, el encuentro con la verdad es algo insólito en la vida del hombre: la mayoría vive en la no-verdad; y aun aquellos pocos que tienden a ella -y que por esta tendencia deben ser llamados “filósofos” (o sea amantes de la verdad, de la sabiduría) la encuentran al término de un laborioso proceso, que conduce más allá del común modo de pensar y de vivir.
La verdad, como saber incontrovertiblees conocimiento de la idea o sea el ser inmutable, del ser que es absolutamente: la mayoría, en cambio, sólo conoce el mundo sensible: ignora lo bello en sí, lo bueno en sí, lo grande en sí y todas las otras ideas, y sólo sabe de cosas bellas, de cosas buenas, de cosas grandes; conoce úni­camente las imágenes de los seres vivos, sin saber que son imágenes y, por lo tanto, viven como en un sueño, porque soñar es justamente considerar que las  imágenes son realidades verdaderas. Al igual que Parménides, Patón llama opinión (doxa) a este saber que consiste en el conocimiento vulgar del mundo sensible.
    El objeto de la opinión es el ser que deviene. - Por otra parte, si la ciencia  (la episteme) se refiere al ser que es de  manera absoluta, no puede sostenerse que la opinión se refiera a la nada (a esta consecuencia no podía escapar Parménides); el objeto de opinión no puede, ciertamente, coincidir con el objeto de la ciencia, sino que es siempre algo que, aun no siendo el ser absoluto, participa de él. En efecto, las cosas sensibles, objeto de opinión, son lo que son en cuanto, como hemos visto, participan de las  ideas correspondientes; pero ya que participan de las ideas eternas e inmutables, pero no coinciden con ellas, las cosas sensibles participan también del no-ser; por ello se generan y se corrompen.
     La opinión tiene, pues, como contenido algo de “intermedio” entre el ser y el no- ser; este intermedio es justamente la realidad sensible que, en cuanto que está sometida al movimiento y el cambio, participa del  ser y del no-ser.
       En la primera parte del "mito de la caverna" el  camino que conduce de la opinión a la verdad representa a la filosofía. La opinión es la situación en la que el hombre vive comúnmente; hasta las mejores opiniones son “ciegas”: quien las posee se asemeja a un ciego que camina recto por la calle; en efecto, no conoce las razones de aquello  de lo que está convencido. Por ejemplo, si se pregunta a alguien qué pasará si tiro una piedra hacia arriba, lo normal es que conteste que “caerá”. Eso lo dirá porque está acostumbrado a ver caer las cosas por sus sentidos. Su opinión será correcta; pero si se le pregunta por la razón de que caiga, esa razón ya no es sensible. Precisa del conocimiento científico. Igualmente, si vemos a una persona cualquiera diremos, porque así lo hemos aprendido, que es un ser humano. Pero, si se nos pregunta ¿por qué? No creo que digamos que es porque tiene cabeza, tronco y extremidades.
En el libro VII de La República, Platón compara al que vive en la opinión con un prisionero que, atado desde el naci­miento en el fondo de una caverna, no puede moverse y menos volver la cabeza. Detrás de él, arriba, arde un fuego; y entre él y el fuego hay un pequeño muro del que sobresalen, llevados por ciertos portadores, estatuas y simulacros que representan todo tipo de cosas. Desde el nacimiento, el prisionero ve sus sombras proyectadas sobre la pared de enfrente y está convencido de que las sombras son la verdadera y única realidad. Pero si logra liberarse de las cadenas, puede descubrir las simulaciones que se mueven detrás de él, y si sale de la caverna puede contemplar finalmente -cuando se haya acostumbrado a la luz del día- las verdaderas realidades de las que esos simulacros son copias e imágenes.
    La vida en la caverna corresponde a la opinión (doxa)la de fuera de la caverna, al conocimiento de lo inteligible, o sea a la ciencia (episteme). Opinión y ciencia se dividen a su vez en dos grados. En la vida cotidiana (que es justamente el mundo de la opinión) se pueden encontrar o no cuerpos sensibles (que corresponden a los simulacros del mito de la caverna) o las imágenes de éstos (las sombras del mito) de cualquier manera que se formen: en los sueños, en las fantasías, en los productos del arte humano, etc. Estos dos momentos de la opinión son llamados por Platón "fe"(pistis) e "imaginación" (eikasia) respectivamente. Como la opinión respecto de la inteligencia es no-verdad, también la imaginación es no-verdad respecto de la fe.
            También la ciencia está constituida por dos momentos, el primero de los cuales es no-verdad respecto del segundo. En efecto, la inteligencia también puede ser conocimiento geométrico-matemático. Este tipo de conocimiento -llamado por Platón "raciocinio"- en la filosofía platónica recibe una de las caracterizaciones más fundamentales y duraderas.
    El conocimiento geométrico-matemático (dianoia) se sirve de ciertas figuras sensibles: las figuras geométricas dibujadas en el papel, en la arena o de otra manera. Pero estas figuras sensibles no son el objeto propiamente dicho de la geometría, sino sólo la imagen de tal objeto. En efecto, cuando la geometría considera las pro­piedades, por ejemplo, del cuadrado, refiriéndose a un cua­drado concreto dibujado en una hoja, no afirma que tales propiedades competan justamente a este cuadrado sensible y específico, sino que las atribuye al cuadrado en sí: tiene como objeto la idea del cuadrado, en la que participa y a la que imita todo cuadrado sensible. Las disciplinas geométrico-matemáticas son, pues, formas de conocimiento conceptual, sin embargo aún no son ver­dad y ciencia. En efecto, parten de hipótesis no justificadas, y al asumirlas como conocimientos indudables y evidentes, construyen sobre ellas todas sus demostraciones. Su saber es hipotético.
     El conocimiento conceptual debe liberarse del carácter hipotético y controvertible que aún compete a las disciplinas matemá­ticas; en general, debe superar todo tipo de conocimiento hi­potético y opinable a fin de lle­gar al "principio no hipotético de cada cosa", es decir, a ese contenido inteligible originario, cuya inteligibilidad no depen­de de ninguna otra cosa y de la que en cambio depende todo conocimiento del mundo inteligible.
Platón llama intuición (noesis) a esta forma suprema de la inteligencia humana. Esta superación de todo conocimiento carente de verdad, que se eleva al principio no hipotético y desde él desciende hasta los términos últimos del mundo inteligible, es llamada por Platón  dialéctica.
El principio no hipotético, del que depende el conoci­miento de todo el mundo inteligible, es la idea del "bien".
No puede conocerse cosa alguna (sensible o inteligible) si no se sabe en qué consiste su  “bien”, su perfección, su esencia, y si por lo tanto no se conoce el “bien” en sí mismo.
Cada cosa, en efecto, es un “bien” determinado.
La idea del “bien” es el supremo vértice del ser; es pues, a la vez, la causa por la cual puede conocerse en la verdad y la causa por la cual todo lo cognoscible existe y es lo que es. De ella es imagen el sol, que en el mundo sensible ilumina y a la vez hace que las cosas sean.
Como toda idea es la unidad de un múltiple (por ejemplo, la idea de “hombre” es lo que hay de idéntico en los muchos hombres sensibles), así la idea del “bien” es la unidad  de lo múltiple ideal ( o sea que  todas las ideas participan de él.. La dialéctica es la ciencia que, por un lado, sabe ver el orden según el cual lo múltiple sigue unificado en ideas cada vez más amplias, hasta en la idea del “bien”; por el otro lado, ve el orden según el cual la unidad suprema sigue estando dividida en ideas cada vez más restringidas hasta aquellas que no son ulteriormente di­visibles. (La amplitud-restricción de las ideas consiste en su capacidad para ser compartidas por una cantidad mayor o menor de entes. Por ejemplo, la idea de “animal” es compar­tida por el hombre, el caballo, etc.; la idea de cuerpo partici­pa en la de todos los animales, pero también en la de aque­llas cosas -piedras, casas, estrellas, etc.- que son cuerpos, pero no animales.)
 Resumiendo lo dicho, podríamos sintetizar la teoría la teoría del conocimiento de Platón en el siguiente esquema:

              MUNDO SENSIBLE

         MUNDO INTELIGIBLE

   Imaginación
      o Conjetura        
(Eikasía )

Fe o Creencia
    
 ( pistis)

       Discurso o
       Raciocinio
       (dianoia)

       Intuición

       (noesis)

      Imágenes




(Sombras de la caverna)

Objetos sensibles




Imágenes de los porteadores
Objetos matemáticos
Ciencias hipotéticas:
Aritmética,
Astronomía,
Música,
Geometría.
(objetos nocturnos)

Ideas
    Dialéctica: Estudio de las relaciones entre ideas (ascenso y descenso jerárquico) hasta llegar a la unidad, EL BIEN. (sol)
Objetos diurnos


              OPINIÓN (DOXA)

          CIENCIA (EPISTEME)
Aristóteles
Análisis del Ser – Crítica a Platón:
Aristóteles se propone realizar un profundo análisis del Ser, de todo ser.  Ante el problema presocrático (ser y cambio, ParménidesHeráclito), Platón había creído encontrar la solución en el mundo de las ideas (lo que permanece) y el mundo sensible (lo que cambia).

         Pero Aristóteles se pregunta: ¿cómo explicar el ser de las cosas si «el ser» según Platón no está en ellas mismas?; ¿cómo explicar el movimiento y el cambio del mundo sensible desde las ideas que son estáticas e inmutables? La teoría de las ideas, fundamento del conocimiento, al contraponer como heterogéneos el mundo sensible y el inteligible incurre, según Aristóteles, en dos deficiencias:
          a) Hace imposible una explicación racional de la conexión entre esos dos mundos, teniendo que recurrir al mito.
         b) Niega la posibilidad de una ciencia de lo físico, de los seres naturales cuyo atributo es precisamente el movimiento; desde el platonismo no se puede explicar científicamente el movimiento.
          Para solucionar esas deficiencias, Aristóteles no partirá de las ideas, sino de las cosas concretas, de los seres sensibles, físicos, sometidos al movimiento a los que denominará "sustancias primeras". Aristóteles inicia su reflexión desde la observación directa.  Su proceso es de abajo arriba, lo contrario de Platón, que procedía de arriba abajo.
          El estudio del ser lo hace Aristóteles en su obra Filosofía Primera, que a partir del siglo XII se llamaría Metafísica, nombre que tiene dos sentidos: los libros que están colocados en su estantería después del tratado de Física (meta = más allá de la Física, expresión utilizada ya por Aristóteles); o bien, que tratan de temas que están más allá de lo puramente físico, que es la nomenclatura utilizada en el Medievo.

El estudio del ser lo hace Aristóteles en su obra Filosofía Primera, que a partir del siglo XII se llamaría Metafísica, nombre que tiene dos sentidos: los libros que están colocados en su estantería después del tratado de Física (meta = más allá de la Física, expresión utilizada ya por Aristóteles); o bien, que tratan de temas que están más allá de lo puramente físico, que es la nomenclatura utilizada en el Medievo.

La Filosofía Primera o Metafísica

             La filosofía primera, por lo tanto, es el saber mediante el cual llegamos a conocer las primeras causas y los primeros principios del ser como totalidad; el resto de las ciencias, al no dar cuenta de sus principios y al no estudiar el ser en su totalidad, sino tan sólo una parte del ser (ya sea el ser físico, matemático, astronómico...) son denominadas filosofías segundas:

             Ahora bien, ¿hay verdaderamente una naturaleza común a todos los seres?  El ser se dice de muchas maneras, ¿qué tienen en común todas las formas de nombrar al ser?
             Existen dos maneras diferentes de nombrar lo que existe:

             A.  PREDICAMENTOS o CATEGORÍAS, conceptos con los que nombramos a los individuos concretos y sus propiedades.

              Las categorías son diez:

             1. La substancia primera  (sujeto de inhesión de los accidentes) es aquel sujeto que no necesita de otro para existir.

          
  Es síntesis (synolon) de:

                         - Materia: Sujeto de sustentación de la forma.  Aquello de lo que están hechas las cosas, materia concreta de cada cosa (materia segunda).  Pensada abstractamente, es lo indeterminado (materia primera), lo que todavía no es pero puede llegar a ser.  Elemento potencial de la sustancia.

                         - Forma: Aquello que le hace ser a las cosas lo que son; la esencia que define lo que una cosa es; lo que determina la materia convirtiéndola en algo concreto en acto. Nos permite pensar racionalmente  la materia. Aunque nunca encontramos separadas materia y forma - por ello es una síntesis-, sin embargo, podemos abstraer la forma pensándola como separada de la materia; así concebida, la forma es denominada "substancia segunda" y se identifica con los predicables

        2. Los accidentes, que siempre se dan en una substancia, necesitando de ella para existir:

                   2. Cantidad: Pesa 70 kg.

                   3. Cualidad: Es Moreno.

                   4. Relación: Hijo de Juan.

                   5. Lugar:   Está en la plaza.

                   6. Tiempo: Ahora.

                     7. Posición: Sentado.

                   8. Estado: Cansado.

                   9. Acción: Esperando a su novia.

                   10. Pasión: Siendo contemplado por los paseantes.



  B) LOS PREDICABLES, conceptos mentales con los que definimos la esencia de los seres y son comunes a una pluralidad de ellos. Son la forma abstraída de las cosas.  Existen varios, pero los tres más portantes son:

         1. GÉNERO: Concepto general común predicable de varias especies. Por ej: Animal.

        2. ESPECIE: Concepto general predicable común a un conjunto de individuos. Por ej: Hombre.

        3. DIFERENCIA ESPECÍFICA: Concepto general predicable que diferencia a unas especies de otras. Por ej: Racional.

          Pese a la pluralidad de maneras de nombrar lo que existe, todos se refieren a un mismo término, a una naturaleza común, ya que los accidentes se dan en un sujeto que los soporta, que es la sustancia, la cosa concreta de la que decimos sus características,  y los predicables son conceptos que expresan la esencia, la forma de las cosas concretas; sin cosas concretas tampoco podríamos abstraer de ellas su esencia universal y común.  Lo verde, lo alto, el actuar, el sufrir, son propiedades que dependen de un sujeto que es la sustancia; nunca se pueden dar por sí solas: tampoco encontraremos paseando por el parque al hombre, sino hombres particulares, a Pepe, Juan o Pedro, cuya esencia es ser hombre.

          Por lo tanto, el sujeto de toda predicación al que se refieren los demás modos de nombrar la realidad es la substancia primera.  La naturaleza común a todos los modos de ser investigada por la filosofía primera es la substancia primera; ella es el principio constitutivo del ser, de toda la realidad.

La Sustancia y el Hilemorfismo:

           La sustancia es el principio constitutivo del ser, que distingue a cada ser y no se predica de ninguno.  Es el sujeto de inhesión sobre el que acaecen los accidentes; estos pueden cambiar, pero siempre en una sustancia.  Es principio (arjé) y causa (aitia)de lo que cada ser es.  Como veíamos, la sustancia es un synolon formado por una materia y una forma.

         a) LA MATERIA expresa el componente potencial de la sustancia, y puede ser de dos clases:

           - Primera: Es la materia en abstracto antes de haber recibido forma alguna; Sería el componente potencial de todo el universo y vendría a cumplir el mismo papel que la jora platónica. Nunca la vamos a encontrar, ya que cada materia siempre está unida a una forma; es, por tanto, una abstracción mental. Por ejemplo, la materia está en potencia para ser mesa, pero ya está en acto como madera, ya tiene la forma de madera.

         -Segunda: Materia ya formada de la que están hechos los seres, perceptible por los sentidos; es apta para recibir formas determinadas en función de la finalidad de la misma; por ejemplo,  el bronce está en potencia para ser estatua, pero no para ser árbol. La semilla de pino está en potencia para ser pino, pero no para ser peral.

             En síntesis, la materia es el conjunto de los elementos físicos indeterminados, desestructurados e informes, al tiempo que es el principio de los caracteres individuales de las cosas. Es también el elemento potencial de la sustancia, la capacidad de poder recibir formas.

         b) LA FORMA: Es lo que determina a la materia poniéndola en acto; hace pasar de lo indeterminado a un ser concreto; es la esencia de la cosa que utilizamos para definirla y no se identifica con la figura que sería accidental, sino con la función que cumple; esa esencia no existe por separado de las cosas concretas de las cuales es su forma, como pensaba Platón. Existe separadamente es de manera mental, cuando la pensamos, es decir, como concepto que abstraemos a partir de las cosas concretas.  Recibe también los nombres de "eidos", sustancia segunda, "entelejeia", y "ti to en einai".  De la forma abstraída mentalmente surgen los conceptos predicables que son universales, inmutables, que ni se generan ni se destruyen y a partir de los cuales se puede hacer ciencia, ya que la ciencia no se puede hacer de lo particular, sino de lo universal.  La forma, por lo tanto, nos permite comprender lo que las cosas son.

     En síntesis, la forma es el principio que estructura y determina los elementos físicos materiales convirtiendo la materia en cosas concretas y haciéndolas inteligibles; la forma actualiza, pone en acto a la materia, haciendo ser a una cosa lo que es, al tiempo que nos permite comprenderla.

 La sustancia entendida como synolón de materia (hylé) y forma (morfé) - de ahí el nombre de hilemorfismo que recibe esta teoría- es el objeto estudiado por la filosofía primera o Metafísica.

Aristóteles y las cuatro causas

Puesto que conocer algo científicamente es conocer sus causas, la física debe preocuparse por establecer las causas de los seres naturales.
La causa o principio radical de cada cosa es su propia naturaleza y por ello hay que atenerse.
Establece pues, cuatro causas:

La causa material (Ej: el bronce de la estatua)
La causa formal (Ej: la forma de la estatua)
La causa motriz o eficiente (Ej: el escultor)
La causa final (Ej: adornar un templo)

Aristóteles piensa, en definitiva, la mayoría de las veces, como biólogo y por eso afirma que el fin y el motor se reducen a la forma: es ella quien mueve al ser vivo desde adentro, como naturaleza y su perfeccionamiento, como enteléchia, es la finalidad de la vida. Aparece así la prioridad formal que caracteriza la metafísica aristótelica.

El movimiento (metabolé, kínesis)

La física se ocupa de la naturaleza y las causas de los seresn "naturales". Ahora bien, es evidente que todos los seres naturales están en movimiento, hecho que Aristóteles admite a partir de la experiencia.



Aristóteles distingue diferentes clases de cambio (metabolé):

Cambio substancial:
a) Generación (génesis)
b) Corrupción (de la substancia)


Cambio accidental:
Movimiento (kínesis)
a) Cuantitativo: Crecimiento y disminución

b) Cualitativo: Alteración

c) Locativo: Traslación

Aristóteles señala además que todos los filósofos han intentado explicar la naturaleza a partir de un sistema de contrarios. Empédocles habló de "amor" y "odio", Demócrito de "lleno" y "vacío", Pitágoras de "par" e "impar" y así;  pero si bien este camino sería correcto en principio, finalmente resulta insuficiente para explicar el cambio, porque un término no puede transformarse en su contrario ya que de este modo más que transformarse se destruiría. Aristóteles sostiene entonces que es necesario recurrir a un tercer principio: el sujeto de los contrarios porque el movimiento solo puede explicarse a través de tres principios:

El sujeto (hipokéimenon)

La forma

La privación de la forma

En todo cambio permanece el sujeto (que es el que cambia y se transforma), el cual pasa de la privación a la posesión de la forma. Aristóteles dirá a modo de ejemplo que es así como el hombre se hace "culto", pasando de la in-cultura a la cultura.
Los tres principios se traducen en términos de materia-forma: el sujeto (la materia), la privación de la forma y la forma. En términos de acto-potencia: el sujeto en potencia, la potencia y el acto.

Realidad intermedia

El movimiento es el acto de lo que está en potencia en cuanto que está en potencia. Aristóteles reconoce que no es fácil entender la esencia del movimiento ya que no es ni acto ni potencia sino una especie de "acto incompleto": es la actualización de lo que está en potencias, pero mientras sigue estando en potencia. Cuando esta potencia es plenamente actualizada, entonces cesa el movimiento, y si el sujeto está en pura potencia, aún no está en movimiento.
El movimiento es entonces una realidad intermedia.


EL primer motor

Al final del la “Física” afirma Aristóteles la existencia de la eternidad del movimiento y del tiempo. La cadena de generaciones, no tiene comienzo y remonta al infinito. Tampoco tendrá fin porque el movimiento y el tiempo no terminan jamás. Afirma entonces que un primer motor es necesario para causar el movimiento eterno del cosmos. Puesto que el movimiento es el paso de la potencia al acto, debe haber un motor (kinetikón) que haga pasar al móvil de la patencia al acto, merced a que él ya posee en acto aquello que el móvil solo posee en potencia.

"Todo lo que se mueve es movido por otro" pero si el motor mueve en tanto que es a su vez es movido, ambos movimientos son simultáneos. Se puede multiplicar al infinito el número de los motores movidos simultáneamente, pero en este caso, la serie no tiene que ser infinita sino que ha de existir un primer motor que siendo inmóvil, cause el movimiento del mundo: así pues, el movimiento del mundo es eterno pero posee un primer motor. El primer motor mueve al mundo desde toda la eternidad.




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