Filósofos Pre-Socráticos
Los primeros filósofos tratan de
establecer un principio originario del cual procede toda la realidad. A este
sustrato último, origen y causa del cosmos y elemento constitutivo de todos los
seres que componen la physis o naturaleza, lo denominan “arjé”.
Las respuestas a la pregunta sobre
el arjé fueron diversas: monistas y pluralistas, materialistas y
espiritualistas, concretas y abstractas. Los principales filósofos
presocráticos son:
Tales
de Mileto (640-545 a.C).- Es considerado como el primero de los filósofos
ya que fue quien se preguntó por primera vez, acerca de la unidad de toda
multiplicidad, es decir: ¿cuál es el fundamento de todo lo real, individual,
existente? Para Tales, el arjé es el agua, principio de vida y
elemento originario que se encuentra en todos los seres naturales. Todo es
generado por el agua, y todo en su fin volverá al agua.
Anaximandro
(610-545 a.C).- El arjé es un principio eterno de carácter inmaterial,
indefinido, abstracto, denominado apeiron, que se traduce por “lo
indeterminado”.
Anaxímenes.- Vuelve a
instaurar un sustrato material, el aire, principio vital y
originario del cosmos. Mediante dos procesos opuestos (condensación o
espesamiento y rarefacción o adelgazamiento) se constituyen todos los elementos:
roca, tierra, agua, nubes, aire, fuego.
Pitágoras (Hacia 530 a.C).- Formó una escuela centrada fundamentalmente en la investigación
matemática. Los pitagóricos consideraron que el arjé no es un sustrato de
carácter material, ni tampoco indeterminado o indefinido, sino que se trata de
un principio formal abstracto: el número. Todos los seres se
reducen a números, y todo el conjunto de la physis se compone en última
instancia de números, los cuales explican toda la realidad.
Anaxágoras
(500-428 a.C).- Propone un arjé de tipo espiritual. El orden
está presidido por el nous (entendimiento, razón), que domina
toda la naturaleza, la cual está compuesta de pequeñísimas partículas
elementales (homeomerías), que en un principio se encontraban dispersas, mezcladas
caóticamente, hasta que fueron ordenadas por la fuerza exterior y suprema del
nous o inteligencia ordenadora, que imprimió a la materia caótica y eterna un
movimiento de remolino, quedando formado el cosmos.
Leucipo
y Demócrito (460-370 a.C).- La naturaleza se encuentra formada por un
número infinito de elementos ínfimos e indivisibles, llamados átomos,
que constituyen el arjé y que se mueven eternamente en el vacío. Los átomos
presentan diversas formas, y de su combinación surge la pluralidad.
Heráclito
de Éfeso (546- 480 a.C).- El arjé para este filósofo es el fuego. El
universo es fuego eterno, que conforme a cierta medida y proporción se enciende
y apaga. Esta medida es el Logos o explicación racional, con el cual se
manifiesta el orden y armonía del cosmos, las leyes que determinan la unidad y
lucha de contrarios. Es el principio explicativo y rector del universo y de su
devenir constante, debiendo dirigirse toda investigación al conocimiento
del Logos.
Heráclito concibe
al universo en constante cambio y transformación, continuo devenir y hacerse,
llegar a ser, mediante una lucha de contrarios o dialéctica: "la
guerra es padre de todas las cosas". Afirma que "todo
fluye" (panta rei), de manera que no es posible bañarse
dos veces en las aguas del mismo río. Este devenir dialéctico no se realiza de
modo caótico ni azaroso, sino regido y ordenado por las leyes del Logos.
Parmenides
de Elea (540-470 aC).- La oposición radical a la concepción heraclitiana
está representada por la escuela eleática, cuyo fundador Parmenides distingue
entre dos caminos o vías de conocimiento e investigación: la verdad y la
opinión.
A) Vía de la verdad: Según esta vía, no hay devenir, sino
Ser. El Ser es, y el no-Ser no es, resultando imposible el tránsito
del Ser al no-Ser o a la inversa, del no-Ser al Ser. Tanto el pensamiento como
la expresión tienen por objeto el Ser: "Lo mismo es el pensar y el
Ser”. Las características propias del Ser son las siguientes:
El Ser es eterno e infinito, ya que no
tiene principio ni fin ni limitación alguna.
El Ser es inmutable y estático, ya que si
cambiase dejaría de ser lo que es para pasar a ser otro, y entonces sería y no
sería a la vez, lo cual es imposible. Por tanto, se niega la posibilidad de
cambio o movimiento en el ámbito del Ser.
El Ser es uno, indivisible, completo o
continuo, sin vacío, perfecto y acabado, negando por tanto la
pluralidad de seres.
B) Vía de la opinión: Por el contrario, la vía de la
opinión o doxa se centra en las transformaciones
del mundo, que solo son mera apariencia o variación, la cual no existe desde el
punto de vista del Ser. La vía de la opinión radica en las sensaciones,
en los sentidos, que captan las transformaciones del mundo e interpretan los
cambios como un llegar a ser, y en ello radica su error, ya que el Ser no puede
darse a los sentidos, no es perceptible, sino que se da en el nous (entendimiento,
razón), y solo es inteligible mediante el nous.
Un
discípulo de Parménides, Zenón de Elea, elabora curiosos
argumentos, paradojas o aporías, para defender las tesis de su maestro
Parménides acerca de la imposibilidad del movimiento (Aquiles y la tortuga, La
flecha y la diana, etc.).
Sócrates (470- 399 a.C).
Sócrates no escribió ninguna obra,
pues concebía la Filosofía como investigación en común mediante el diálogo,
quedando reflejados sus pensamientos filosóficos en las obras de su discípulo
Platón.
Es contemporáneo de los
sofistas, con quienes comparte el abandono de las cuestiones cosmológicas y el
interés por la Antropología, Moral y Política y su vinculación con el lenguaje.
Pero la postura de Sócrates es completamente opuesta a los sofistas, a quienes
criticará radicalmente.
El método de
Sócrates:
Método inductivo: Para
Sócrates, el Logos es aquello que se dice para definir una cosa, para dar
razones de ella, esto es, la esencia. La vía de acceso al Logos es la
inducción: a partir de muchos casos particulares podemos intentar generalizar
en un concepto universal que exprese la esencia de algo, lo que verdaderamente
es mas allá del cambio y la apariencia. Este procedimiento lo aplicará a los
temas morales, y no a los seres naturales.
Mayéutica (parto=mayeusis): Consiste en que
cada cual de a luz la verdad, la cual se encuentra en su propio interior. En el
diálogo se posibilita este alumbramiento, ayudando al interlocutor formulando
interrogantes que le hagan dudar, convenciéndole de su propia ignorancia para
que pueda aflorar la verdad universal que se halla en su espíritu. La mayeútica
tendría dos partes. Una parte negativa, donde mediante la
argumentación irónica - ironía-, el interrogador pone en ridículo
al falso sabio, haciéndole reconocer su ignorancia. Con ello se pretenden
destruir los prejuicios y la opinión infundada. Una vez que el individuo
reconoce la propia ignorancia, una vez que reconoce que lo que creía saber
carece de fundamento verdadero, entonces se desarrolla la parte positiva,
que radica en hacer aflorar, en hacer parir la verdad universal que llevamos
dentro mediante el diálogo y el método inductivo: a partir de los
casos individuales se pretende llegar a lo que tienen en común de manera
universal. Ese algo sería la esencia que se expresa en el concepto. Esa
búsqueda de lo universal se realiza mediante el diálogo.
Los conceptos como el bien, la justicia, la belleza,
etc., son para Sócrates de carácter universal, subsisten de manera idéntica
para todas las personas en todas las épocas, en oposición radical al
relativismo y convencionalismo de los sofistas. Sócrates constantemente
investiga en el ámbito de la Ética acerca de conceptos generales o universales,
tratando de alcanzar una determinación y definición de los mismos, de su
esencia permanente, de aquello en lo que consiste lo bueno, lo bello, lo justo
en sí.
Al
igual que Sócrates, Platón considera que el saber se encuentra en el interior
del alma desde el nacimiento, tal y como se refleja en el mito del
carro alado y la teoría platónica del conocimiento como anamnesis,
según la cual conocer es recordar aquello que ya sabemos desde el nacimiento
pero hemos olvidado.
El
punto de partida de la investigación filosófica socrática es el propio ser
humano: "Conócete a ti mismo", y la
primera condición para ello es el reconocimiento de la propia ignorancia: "Sólo
sé que no se nada". Para Sócrates, al contrario que
los sofistas, el más sabio es quien sabe que no sabe, pues el que se cree en
posesión de la sabiduría ignora hasta su propia ignorancia, y no es capaz de
investigar, permaneciendo en la ignorancia, lejos de la verdad y la virtud, ya
que Sócrates - al igual que Platón- identifica el saber
con la virtud (intelectualismo moral.)
Sofistas
La pregunta acerca del cosmos y su
origen (arjé) obtiene diversas y contradictorias respuestas en los filósofos
presocráticos, pero ninguna de ellas prevalece, lo cual conduce al
escepticismo. En consecuencia, tanto los sofistas como Sócrates abandonan las
cuestiones cosmológicas para centrarse en el ser humano y su entorno comunitario.
Los sofistas (sofós=sabio) se consideran poseedores de sabiduría,
dedicándose a enseñarla y transmitirla, sobre todo en temas de Retórica,
Política, Moral y Derecho. Las características fundamentales de la sofística
son:
ESCEPTICISMO:
Es la postura filosófica que consiste en suspender tanto el asentimiento como
la negación a todo juicio que verse acerca de una determinada cuestión,
permaneciendo en la duda sin afirmar ni negar nada. Entre los sofistas no solo
se duda acerca de si existe la única verdad, indudable y que deba ser aceptada
por todos, sino que también se duda que esta verdad, en caso de admitirse su
existencia, pudiera ser accesible al conocimiento humano. Gorgias de
Leontini manifiesta. "No existe nada verdadero. Si
existiera, no podríamos conocerlo. Si lo conociéramos, no podríamos comunicarlo
mediante el Lenguaje".
CONVENCIONALISMO: Tanto las
normas morales como las leyes jurídicas del Estado son arbitrarias y
convencionales, esto es, se adoptan por mero acuerdo o convención entre las
personas. No son eternas, inmutables o necesarias, no emanan de los dioses ni
del Logos, ni tampoco se fundamentan en la naturaleza humana ni en ninguna ley
universal, ya que lo verdaderamente natural es la desigualdad fundamental entre
los seres humanos, y el derecho natural consiste en la ley del más fuerte y la
búsqueda del placer. En conclusión, no puede darse un criterio objetivo,
estable y universal acerca de las cuestiones morales, sino que estas se
supeditan al acuerdo que las personas toman por propia conveniencia.
RELATIVISMO: En
contra de la cultura griega precedente, los sofistas consideran que tanto la
Moral como las normas válidas de comportamiento son relativas para cada
comunidad y para cada determinada época, no existiendo un criterio universal de
verdad. Para Protágoras de Abdera (480-410
a.C) no existe una norma universal de conducta, sino que cada cual
debe adecuar sus acciones a las circunstancias. Defiende que "el
ser humano es la medida de todas las cosas", esto es, no hay una
verdad absoluta, vigente universalmente, sino que la verdad es relativa,
dependiendo de los intereses particulares y supeditándose al criterio
individual. En el mismo sentido expresa: "Una misma cosa a unos
les resulta dulce y a otros amarga". Y también: "Los
juicios de diversos individuos tienen la misma validez, por tanto se pueden
admitir a veces tesis contrarias". El lenguaje adquiere un
valor capital, pudiendo convertirse en instrumento de manipulación y dominio,
como afirma Gorgias: "La palabra es un poderoso tirano, capaz de
realizar las obras más divinas, a pesar de ser el más pequeño e indivisible de
los cuerpos. En efecto, es capaz de apaciguar el miedo y eliminar el
dolor, de producir la alegría y excitar la compasión".
Platón
En el pensamiento de Platón confluyen todos los temas y problemas de la filosofía precedente; y con el pensamiento de Platón se mantiene en constante y explícita relación todo el desarrollo sucesivo del saber filosófico. A través de la profundización de la postura socrática, Platón se encuentra a su vez frente al gran problema, planteado por Parménides, de la conciliación de experiencia y razón.
En
la búsqueda del elemento unificador de lo múltiple la
filosofía presocrática se remite tanto al concepto al concepto más
universal. Desea establecer no simplemente qué hay de idéntico en un grupo
de objetos (por ejemplo, lo que hay de idéntico en las acciones
justas), sino lo que es idéntico en todas las cosas, o sea el concepto de la
totalidad de lo múltiple.
La inteligibilidad del ser se
convierte, pues, en Platón en un verdadero componente clave del principio
unificador de lo múltiple. Al determinar qué hay de idéntico en todos los entes, antes
que nada deberá reconocerse que todas las cosas son inteligibles, o sea que la
inteligibilidad pertenece a lo que hay de más idéntico en cada cosa.
Y dentro de esta nueva perspectiva Platón vuelve a pensar los grandes
temas de la filosofía presocrática.
La Idea
Platónica:
El concepto
difiere tanto del conocimiento de lo particular como de la
sensación. El contenido del concepto es lo que hay de idéntico en
cada cosa particular y sensible, o en ciertos grupos de cosas. Lo cual difiere
de conocer una cosa en su particularidad. ¿En qué relación se
encuentra el contenido del concepto con las cosas particulares y sensibles?
La inmutabilidad de la idea. – Un hombre
concreto, Pedro, nace, se transforma al crecer y perece; en cambio, “el
hombre”, su ser esencial, se presenta constante y eternamente idéntico a él
mismo. No puede existir momento alguno en el cual el ser-hombre, la magnitud, la
blancura, la justicia, etc., no sean, respectivamente, ser-hombre, magnitud,
blancura, justicia, etc., o sea que son eternamente iguales a ellos
mismos. Pero existen momentos en los cuales este
hombre, esta cosa grande, esta cosa blanca, esta cosa justa aún no existe o ya
no existe: cuando este hombre es aún embrión o se ha convertido en polvo,
cuando esta cosa grande es aún pequeña o lo ha vuelto a ser.
Al
contenido del concepto Platón lo llama idea. Por
lo tanto, mientras los entes particulares devienen y son mutables, la idea
es inmutable y eterna, y por lo tanto es el ser por
excelencia. El término “idea” no indica algo creado mentalmente, sino algo que preexiste
al ser humano y que este lo puede captar con su inteligencia. La
idea es el ser en su aparecer a la mente y no ante los sentidos.
Si se
tiene presente que el sentido originario de la physis, en el pensamiento
filosófico, es la aparición del ser, la idea es la physis misma.
Pero esta no se muestra de manera sensible, sino de manera inteligible.
La idea es
pensada (concebida) no sentida. Podemos tocar, ver, oír a este hombre, pero no
tocar, ver, oír al “hombre”. La idea es un significado: el significado que
muestra qué es cierto ente, y los significados no se tocan ni se ven. Su
manifestación es algo diferente de ser sentidos; los significados son pensados.
Veo esta superficie roja; pero el significado "rojo” no puede
ser visto; es pensable, inteligible a la razón. Ya que las ideas son tantas
como conceptos hay, las ideas constituyen un mundo inteligible, diferente, pues,
del mundo sensible, formado por los entes particulares y mutables. El mundo
de las ideas es el contenido del conocimiento conceptual;
el mundo sensible, el contenido del conocimiento particular y sensible. El
ser inmutable y eterno, la idea se manifiesta en el conocimiento
conceptual; mientras que el conocimiento no conceptual, es decir, el sensible,
tiene como contenido el ser que deviene y llega a corromperse.
Así pues, para Platón existen dos mundos, el
mundo de las ideas, formado por seres inmutables, eternos, estáticos,
universales, y el mundo sensible, formado por todas las cosas
particulares que se presentan ante nuestros sentidos, las cuales están
sometidas al movimiento, cambio, generación y destrucción. El primer mundo es
conocido por la razón; a ese conocimiento lo denomina Platón espíteme
(ciencia). El segundo es captado por los sentidos y al conocimiento
proporcionado por éstos Platón lo denomina doxa (opinión).
Si
consideramos qué es cualquier cosa perteneciente al mundo
sensible, siempre se tratará de una idea: la idea de hombre, por
ejemplo, es lo que cierto hombre -supongamos Alcíbíades- es. La idea
constituye, por lo tanto, el ser del mundo sensible; o sea que el mundo
sensible es en virtud de este ser de la idea.
Cuando un
ente sensible se genera, todo su ser ya preexistía (ya que su ser es la idea,
en virtud de la cual éste existe), y cuando se corrompe,
todo el ser continúa existiendo. El mundo sensible es el ser derivado.
Así, las
causas del mundo sensible son tres: la idea, verdadero ser, inmutable y esterno, modelo, forma y esencia de las cosas
sensibles. Las cuales son lo que son porque participan de la idea; el
demiurgo, que da forma a la materia copiando el modelo de las ideas
y la jora, materia informe que es modelada o estructurada por el
demiurgo.
a)
La idea es por lo tanto la “verdadera causa” del mundo
sensible: todo que es lo es porque en él de alguna manera está
presente el mundo inteligible. Por ejemplo, si una cosa es bella, por ninguna otra
causa es bella sino por la presencia en ella de lo bello en sí, (o sea de la
idea de lo bello); y por ninguna otra causa Sócrates es hombre, si no es porque
en él está presente el “hombre en sí”, la idea o esencia de hombre. Por lo
tanto, los entes sensibles se generan porque participan de cierta idea (o sea
aquella por la cual son lo que son), y se corrompen cuando ya no logran
participar en ella. Platón expresa de varias maneras la “presencia” de
la idea en lo sensible: diciendo que lo sensible “participa” o "imita"
la idea, o que es su "copia" e “imagen”.
b)
El Demiurgo. Si lo sensible se genera porque
participa de lo inteligible, por otra parte es necesaria una causa de la
generación, o sea una causa que haga lo sensible partícipe de lo inteligible.
En otros términos: todo lo que nace puede nacer sólo en cuanto participa del
eterno ser inteligible; pero también se requiere una fuerza que tenga la
capacidad de realizar tal participación, o sea de producir lo sensible a imagen
y semejanza de lo inteligible. No puede tratarse, pues, de una fuerza ciega,
sino de una potencia que es a la vez suprema sabiduría que conoce totalmente el
mundo inteligible y, por lo tanto, puede adoptarlo como modelo en la
producción de lo sensible. A esta suprema potencia de la sabiduría -este
Demiurgo del universo- Platón lo llama Dios.
c)
La Jora o “Madre” de la generación. Si la idea está presente en el mundo sensible por obra del Demiurgo, la
constitución del mundo sensible requiere finalmente también la existencia de lo
que recibe lo inteligible, o sea de aquello en lo que está presente lo
inteligible y por lo tanto en lo cual se genera el universo. Si lo sensible es
imagen de la idea, la imagen puede existir sólo en cuanto está constituida por
“algo” que por obra del Demiurgo, se transforma justamente en imagen
de la idea.
Esta
naturaleza materna Platón la llama jora; de por sí no
tiene ninguna inteligibilidad- o sea que no es tierra, ni aire, ni fuego, ni
agua, sino que es absolutamente indeterminada; es, por tanto,
la pura capacidad de recibir cualquier forma. Una capacidad eterna que no puede
generarse o destruirse y coexiste eternamente con el mundo inteligible y con
el Demiurgo. Ya que de por sí está privada de toda inteligibilidad, es
el caos originario, al que transforma en cosmos ordenado el
demiurgo. Y como la idea es el principio de todo bien, el caos
originario es, como tal, principio de todo mal.
Verdad y Opinión:
Como ya habían observado Parménides y
Heráclito, el encuentro con la verdad es algo insólito en la vida del hombre:
la mayoría vive en la no-verdad; y aun aquellos pocos que tienden a ella -y que
por esta tendencia deben ser llamados “filósofos” (o sea amantes de la verdad,
de la sabiduría) la encuentran al término de un laborioso proceso, que conduce
más allá del común modo de pensar y de vivir.
La verdad, como
saber incontrovertible, es
conocimiento de la idea o sea el ser inmutable, del ser que es absolutamente:
la mayoría, en cambio, sólo conoce el mundo sensible: ignora lo bello en sí, lo
bueno en sí, lo grande en sí y todas las otras ideas, y sólo sabe de cosas
bellas, de cosas buenas, de cosas grandes; conoce únicamente las imágenes de
los seres vivos, sin saber que son imágenes y, por lo tanto, viven como en un
sueño, porque soñar es justamente considerar que las imágenes son
realidades verdaderas. Al igual que Parménides, Patón llama opinión
(doxa) a este saber que consiste en el conocimiento vulgar
del mundo sensible.
El
objeto de la opinión es el ser que deviene. - Por otra
parte, si la ciencia (la episteme) se refiere al ser que es
de manera absoluta, no puede sostenerse que la opinión se refiera a
la nada (a esta consecuencia no podía escapar Parménides); el objeto de
opinión no puede, ciertamente, coincidir con el objeto de la ciencia, sino que
es siempre algo que, aun no siendo el ser absoluto, participa de él. En
efecto, las cosas sensibles, objeto de opinión, son lo que son en cuanto,
como hemos visto, participan de las ideas correspondientes; pero
ya que participan de las ideas eternas e inmutables, pero no coinciden con
ellas, las cosas sensibles participan también del no-ser; por ello se generan y
se corrompen.
La opinión tiene, pues, como contenido algo de “intermedio” entre el ser y el
no- ser; este intermedio es justamente la realidad sensible que, en cuanto
que está sometida al movimiento y el cambio, participa
del ser y del no-ser.
En la primera parte del "mito de la
caverna" el camino que conduce de la opinión a la verdad
representa a la filosofía. La opinión es la situación en la que el hombre vive
comúnmente; hasta las mejores opiniones son “ciegas”: quien las posee se
asemeja a un ciego que camina recto por la calle; en efecto, no conoce
las razones de aquello de lo que está convencido. Por
ejemplo, si se pregunta a alguien qué pasará si tiro una piedra hacia arriba,
lo normal es que conteste que “caerá”. Eso lo dirá porque está acostumbrado a
ver caer las cosas por sus sentidos. Su opinión será correcta; pero si se le
pregunta por la razón de que caiga, esa razón ya no es sensible. Precisa del
conocimiento científico. Igualmente, si vemos a una persona cualquiera diremos,
porque así lo hemos aprendido, que es un ser humano. Pero, si se nos pregunta
¿por qué? No creo que digamos que es porque tiene cabeza, tronco y
extremidades.
En el
libro VII de La República, Platón compara al que vive en la
opinión con un prisionero que, atado desde el nacimiento en el fondo de una
caverna, no puede moverse y menos volver la cabeza. Detrás de él, arriba, arde
un fuego; y entre él y el fuego hay un pequeño muro del que sobresalen,
llevados por ciertos portadores, estatuas y simulacros que representan todo
tipo de cosas. Desde el nacimiento, el prisionero ve sus sombras proyectadas
sobre la pared de enfrente y está convencido de que las sombras son la
verdadera y única realidad. Pero si logra liberarse de las cadenas, puede
descubrir las simulaciones que se mueven detrás de él, y si sale de la caverna
puede contemplar finalmente -cuando se haya acostumbrado a la luz del día- las
verdaderas realidades de las que esos simulacros son copias e imágenes.
La
vida en la caverna corresponde a la opinión (doxa); la de fuera de
la caverna, al conocimiento de lo inteligible, o sea a la ciencia (episteme).
Opinión y ciencia se dividen a su vez en dos grados. En la vida cotidiana (que
es justamente el mundo de la opinión) se pueden encontrar o no cuerpos
sensibles (que corresponden a los simulacros del mito de la caverna) o las
imágenes de éstos (las sombras del mito) de cualquier manera que se formen: en
los sueños, en las fantasías, en los productos del arte humano, etc. Estos dos
momentos de la opinión son llamados por Platón "fe"(pistis) e
"imaginación" (eikasia) respectivamente. Como la opinión respecto
de la inteligencia es no-verdad, también la imaginación es no-verdad respecto
de la fe.
También
la ciencia está constituida por dos momentos, el primero de los cuales es no-verdad
respecto del segundo. En efecto, la inteligencia también puede ser conocimiento
geométrico-matemático. Este tipo de conocimiento -llamado por Platón
"raciocinio"- en la filosofía platónica recibe una de las
caracterizaciones más fundamentales y duraderas.
El
conocimiento geométrico-matemático (dianoia) se sirve de ciertas
figuras sensibles: las figuras geométricas dibujadas en el papel, en la arena o
de otra manera. Pero estas figuras sensibles no son el objeto propiamente dicho
de la geometría, sino sólo la imagen de tal objeto. En efecto, cuando la
geometría considera las propiedades, por ejemplo, del cuadrado, refiriéndose a
un cuadrado concreto dibujado en una hoja, no afirma que tales propiedades
competan justamente a este cuadrado sensible y específico, sino que las
atribuye al cuadrado en sí: tiene como objeto la idea del
cuadrado, en la que participa y a la que imita todo cuadrado sensible. Las
disciplinas geométrico-matemáticas son, pues, formas de conocimiento conceptual, sin
embargo aún no son verdad y ciencia. En efecto, parten de
hipótesis no justificadas, y al asumirlas como conocimientos
indudables y evidentes, construyen sobre ellas todas sus demostraciones. Su
saber es hipotético.
El conocimiento conceptual debe liberarse del carácter hipotético y
controvertible que aún compete a las disciplinas matemáticas; en general,
debe superar todo tipo de conocimiento hipotético y opinable
a fin de llegar al "principio no hipotético de cada cosa",
es decir, a ese contenido inteligible originario, cuya inteligibilidad no depende
de ninguna otra cosa y de la que en cambio depende todo conocimiento del mundo
inteligible.
Platón
llama intuición (noesis) a esta forma suprema de la inteligencia
humana. Esta superación de todo conocimiento carente de verdad, que se eleva al
principio no hipotético y desde él desciende hasta los términos últimos del
mundo inteligible, es llamada por Platón dialéctica.
El
principio no hipotético, del que depende el conocimiento de todo el mundo inteligible,
es la idea del "bien".
No puede
conocerse cosa alguna (sensible o inteligible) si no se sabe en qué
consiste su “bien”, su perfección, su esencia, y si por lo tanto no
se conoce el “bien” en sí mismo.
Cada cosa, en efecto, es un “bien” determinado.
La idea del “bien” es el supremo
vértice del ser; es pues, a la vez, la causa por la cual puede
conocerse en la verdad y la causa por la cual todo lo cognoscible existe y es lo
que es. De ella es imagen el sol, que en el mundo sensible ilumina y a
la vez hace que las cosas sean.
Como toda
idea es la unidad de un múltiple (por ejemplo, la idea de “hombre” es lo que
hay de idéntico en los muchos hombres sensibles), así la idea del
“bien” es la unidad de lo múltiple ideal ( o sea
que todas las ideas participan de él.. La dialéctica es la
ciencia que, por un lado, sabe ver el orden según el cual lo múltiple sigue
unificado en ideas cada vez más amplias, hasta en la idea del “bien”; por el
otro lado, ve el orden según el cual la unidad suprema sigue estando dividida en
ideas cada vez más restringidas hasta aquellas que no son ulteriormente divisibles. (La
amplitud-restricción de las ideas consiste en su capacidad para ser compartidas
por una cantidad mayor o menor de entes. Por ejemplo, la idea de “animal” es
compartida por el hombre, el caballo, etc.; la idea de cuerpo participa en la
de todos los animales, pero también en la de aquellas cosas
-piedras, casas, estrellas, etc.- que son cuerpos, pero no animales.)
Resumiendo
lo dicho, podríamos sintetizar la teoría la teoría del conocimiento de Platón
en el siguiente esquema:
MUNDO
SENSIBLE
|
MUNDO
INTELIGIBLE
|
||
Imaginación
o
Conjetura
(Eikasía
)
|
Fe o
Creencia
( pistis)
|
Discurso
o
Raciocinio
(dianoia)
|
Intuición
(noesis)
|
Imágenes
(Sombras de la caverna)
|
Objetos
sensibles
Imágenes de los
porteadores
|
Objetos
matemáticos
Ciencias hipotéticas:
Aritmética,
Astronomía,
Música,
Geometría.
(objetos nocturnos)
|
Ideas
Dialéctica:
Estudio de las relaciones entre ideas (ascenso y descenso jerárquico) hasta
llegar a la unidad, EL BIEN. (sol)
Objetos diurnos
|
OPINIÓN
(DOXA)
|
CIENCIA
(EPISTEME)
|
Aristóteles
Análisis del Ser – Crítica a Platón:
Aristóteles se propone realizar un
profundo análisis del Ser, de todo ser.
Ante el problema presocrático (ser y cambio, Parménides‑Heráclito), Platón había creído encontrar
la solución en el mundo de las ideas (lo que permanece) y el mundo sensible (lo
que cambia).
Pero
Aristóteles se pregunta: ¿cómo explicar el ser de las cosas si «el ser» ‑según Platón‑ no
está en ellas mismas?; ¿cómo explicar el movimiento y el cambio del mundo
sensible desde las ideas que son estáticas e inmutables? La teoría de las
ideas, fundamento del conocimiento, al contraponer como heterogéneos el mundo
sensible y el inteligible incurre, según Aristóteles, en dos deficiencias:
a)
Hace imposible una explicación racional de la conexión entre esos dos mundos,
teniendo que recurrir al mito.
b)
Niega la posibilidad de una ciencia de lo físico, de los seres naturales cuyo
atributo es precisamente el movimiento; desde el platonismo no se puede
explicar científicamente el movimiento.
Para
solucionar esas deficiencias, Aristóteles no partirá de las ideas, sino de las
cosas concretas, de los seres sensibles, físicos, sometidos al movimiento a los
que denominará "sustancias primeras". Aristóteles inicia su reflexión
desde la observación directa. Su proceso
es de abajo arriba, lo contrario de Platón, que procedía de arriba abajo.
El
estudio del ser lo hace Aristóteles en su obra Filosofía Primera, que a partir
del siglo XII se llamaría Metafísica, nombre que tiene dos sentidos: los libros
que están colocados en su estantería después del tratado de Física (meta = más
allá de la Física, expresión utilizada ya por Aristóteles); o bien, que tratan
de temas que están más allá de lo puramente físico, que es la nomenclatura
utilizada en el Medievo.
El estudio del ser lo hace Aristóteles en su obra
Filosofía Primera, que a partir del siglo XII se llamaría Metafísica, nombre
que tiene dos sentidos: los libros que están colocados en su estantería después
del tratado de Física (meta = más allá de la Física, expresión utilizada ya por
Aristóteles); o bien, que tratan de temas que están más allá de lo puramente
físico, que es la nomenclatura utilizada en el Medievo.
La Filosofía Primera o Metafísica
La
filosofía primera, por lo tanto, es el saber mediante el cual llegamos a
conocer las primeras causas y los primeros principios del ser como totalidad;
el resto de las ciencias, al no dar cuenta de sus principios y al no estudiar
el ser en su totalidad, sino tan sólo una parte del ser (ya sea el ser físico,
matemático, astronómico...) son denominadas filosofías segundas:
Ahora bien, ¿hay verdaderamente una naturaleza común a todos los
seres? El ser se dice de muchas maneras,
¿qué tienen en común todas las formas de nombrar al ser?
Existen dos maneras diferentes de nombrar lo que existe:
A. PREDICAMENTOS o CATEGORÍAS,
conceptos con los que nombramos a los individuos concretos y sus propiedades.
Las categorías son diez:
1.
La substancia primera (sujeto de
inhesión de los accidentes) es aquel sujeto que no necesita de otro para
existir.
Es síntesis
(synolon) de:
- Materia: Sujeto de sustentación
de la forma. Aquello de lo que están
hechas las cosas, materia concreta de cada cosa (materia segunda). Pensada abstractamente, es lo indeterminado
(materia primera), lo que todavía no es pero puede llegar a ser. Elemento potencial de la sustancia.
- Forma: Aquello que
le hace ser a las cosas lo que son; la esencia que define lo que una cosa es;
lo que determina la materia convirtiéndola en algo concreto en acto. Nos
permite pensar racionalmente la materia.
Aunque nunca encontramos separadas materia y forma - por ello es una síntesis-,
sin embargo, podemos abstraer la forma pensándola como separada de la materia;
así concebida, la forma es denominada "substancia segunda" y se
identifica con los predicables
2. Los
accidentes, que siempre se dan en una substancia, necesitando de ella para
existir:
2. Cantidad: Pesa 70 kg.
3. Cualidad: Es Moreno.
4. Relación: Hijo de Juan.
5. Lugar: Está en la plaza.
6. Tiempo: Ahora.
7. Posición: Sentado.
8. Estado: Cansado.
9. Acción: Esperando a su novia.
10. Pasión: Siendo contemplado por los paseantes.
B) LOS
PREDICABLES, conceptos mentales con los que definimos la esencia de los seres y
son comunes a una pluralidad de ellos. Son la forma abstraída de las
cosas. Existen varios, pero los tres más
portantes son:
1.
GÉNERO: Concepto general común predicable de varias especies. Por ej: Animal.
2.
ESPECIE: Concepto general predicable común a un conjunto de individuos. Por ej:
Hombre.
3.
DIFERENCIA ESPECÍFICA: Concepto general predicable que diferencia a unas
especies de otras. Por ej: Racional.
Pese a
la pluralidad de maneras de nombrar lo que existe, todos se refieren a un mismo
término, a una naturaleza común, ya que los accidentes se dan en un sujeto que
los soporta, que es la sustancia, la cosa concreta de la que decimos sus
características, y los predicables son
conceptos que expresan la esencia, la forma de las cosas concretas; sin cosas
concretas tampoco podríamos abstraer de ellas su esencia universal y común. Lo verde, lo alto, el actuar, el sufrir, son
propiedades que dependen de un sujeto que es la sustancia; nunca se pueden dar
por sí solas: tampoco encontraremos paseando por el parque al hombre, sino
hombres particulares, a Pepe, Juan o Pedro, cuya esencia es ser hombre.
Por lo
tanto, el sujeto de toda predicación al que se refieren los demás modos de
nombrar la realidad es la substancia primera.
La naturaleza común a todos los modos de ser investigada por la
filosofía primera es la substancia primera; ella es el principio constitutivo
del ser, de toda la realidad.
La Sustancia y el Hilemorfismo:
La
sustancia es el principio constitutivo del ser, que distingue a cada ser y no
se predica de ninguno. Es el sujeto de
inhesión sobre el que acaecen los accidentes; estos pueden cambiar, pero
siempre en una sustancia. Es principio
(arjé) y causa (aitia)de lo que cada ser es.
Como veíamos, la sustancia es un synolon formado por una materia y una
forma.
a) LA
MATERIA expresa el componente potencial de la sustancia, y puede ser de dos
clases:
-
Primera: Es la materia en abstracto antes de haber recibido forma alguna; Sería
el componente potencial de todo el universo y vendría a cumplir el mismo papel
que la jora platónica. Nunca la vamos a encontrar, ya que cada materia siempre
está unida a una forma; es, por tanto, una abstracción mental. Por ejemplo, la
materia está en potencia para ser mesa, pero ya está en acto como madera, ya
tiene la forma de madera.
-Segunda: Materia ya formada de la que están hechos los seres,
perceptible por los sentidos; es apta para recibir formas determinadas en
función de la finalidad de la misma; por ejemplo, el bronce está en potencia para ser estatua,
pero no para ser árbol. La semilla de pino está en potencia para ser pino, pero
no para ser peral.
En
síntesis, la materia es el conjunto de los elementos físicos indeterminados,
desestructurados e informes, al tiempo que es el principio de los caracteres
individuales de las cosas. Es también el elemento potencial de la sustancia, la
capacidad de poder recibir formas.
b) LA
FORMA: Es lo que determina a la materia poniéndola en acto; hace pasar de lo
indeterminado a un ser concreto; es la esencia de la cosa que utilizamos para
definirla y no se identifica con la figura que sería accidental, sino con la
función que cumple; esa esencia no existe por separado de las cosas concretas
de las cuales es su forma, como pensaba Platón. Existe separadamente es de
manera mental, cuando la pensamos, es decir, como concepto que abstraemos a
partir de las cosas concretas. Recibe
también los nombres de "eidos", sustancia segunda, "entelejeia",
y "ti to en einai". De la
forma abstraída mentalmente surgen los conceptos predicables que son
universales, inmutables, que ni se generan ni se destruyen y a partir de los
cuales se puede hacer ciencia, ya que la ciencia no se puede hacer de lo
particular, sino de lo universal. La
forma, por lo tanto, nos permite comprender lo que las cosas son.
En
síntesis, la forma es el principio que estructura y determina los elementos
físicos materiales convirtiendo la materia en cosas concretas y haciéndolas
inteligibles; la forma actualiza, pone en acto a la materia, haciendo ser a una
cosa lo que es, al tiempo que nos permite comprenderla.
La sustancia
entendida como synolón de materia (hylé) y forma (morfé) - de ahí el nombre de
hilemorfismo que recibe esta teoría- es el objeto estudiado por la filosofía
primera o Metafísica.
Aristóteles y las cuatro causas
Puesto que conocer algo científicamente es conocer sus
causas, la física debe preocuparse por establecer las causas de los seres
naturales.
La causa o principio radical de cada cosa es su propia
naturaleza y por ello hay que atenerse.
Establece pues, cuatro causas:
La causa material (Ej: el bronce de la estatua)
La causa formal (Ej: la forma de la estatua)
La causa motriz o eficiente (Ej: el escultor)
La causa final (Ej: adornar un templo)
Aristóteles piensa, en definitiva, la mayoría de las
veces, como biólogo y por eso afirma que el fin y el motor se reducen a la
forma: es ella quien mueve al ser vivo desde adentro, como naturaleza y su
perfeccionamiento, como enteléchia, es la finalidad de la vida. Aparece así la
prioridad formal que caracteriza la metafísica aristótelica.
El movimiento (metabolé, kínesis)
La física se ocupa de la naturaleza y las causas de
los seresn "naturales". Ahora bien, es evidente que todos los seres
naturales están en movimiento, hecho que Aristóteles admite a partir de la
experiencia.
Aristóteles distingue diferentes clases de cambio
(metabolé):
Cambio
substancial:
a) Generación (génesis)
b) Corrupción (de la substancia)
Cambio
accidental:
Movimiento (kínesis)
a) Cuantitativo: Crecimiento y disminución
b) Cualitativo: Alteración
c) Locativo: Traslación
Aristóteles señala además que todos los filósofos han
intentado explicar la naturaleza a partir de un sistema de contrarios.
Empédocles habló de "amor" y "odio", Demócrito de
"lleno" y "vacío", Pitágoras de "par" e
"impar" y así; pero si bien
este camino sería correcto en principio, finalmente resulta insuficiente para
explicar el cambio, porque un término no puede transformarse en su contrario ya
que de este modo más que transformarse se destruiría. Aristóteles sostiene
entonces que es necesario recurrir a un tercer principio: el sujeto de los
contrarios porque el movimiento solo puede explicarse a través de tres
principios:
► El sujeto (hipokéimenon)
► La forma
► La privación de la forma
En todo cambio permanece el sujeto (que es el que
cambia y se transforma), el cual pasa de la privación a la posesión de la
forma. Aristóteles dirá a modo de ejemplo que es así como el hombre se hace
"culto", pasando de la in-cultura a la cultura.
Los tres principios se traducen en términos de
materia-forma: el sujeto (la materia), la privación de la forma y la forma. En
términos de acto-potencia: el sujeto en potencia, la potencia y el acto.
Realidad intermedia
El movimiento
es el acto de lo que está en potencia en cuanto que está en potencia.
Aristóteles reconoce que no es fácil entender la esencia del movimiento ya que
no es ni acto ni potencia sino una especie de "acto incompleto": es
la actualización de lo que está en potencias, pero mientras sigue estando en
potencia. Cuando esta potencia es plenamente actualizada, entonces cesa el
movimiento, y si el sujeto está en pura potencia, aún no está en movimiento.
El
movimiento es entonces una realidad intermedia.
EL primer motor
Al final del la “Física”
afirma Aristóteles la existencia de la eternidad del movimiento y del tiempo.
La cadena de generaciones, no tiene comienzo y remonta al infinito. Tampoco
tendrá fin porque el movimiento y el tiempo no terminan jamás. Afirma entonces
que un primer motor es necesario para
causar el movimiento eterno del cosmos. Puesto que el movimiento es el paso
de la potencia al acto, debe haber un motor (kinetikón) que haga pasar al móvil
de la patencia al acto, merced a que él ya posee en acto aquello que el móvil
solo posee en potencia.
"Todo lo que se mueve es movido por otro"
pero si el motor mueve en tanto que es a su vez es movido, ambos movimientos
son simultáneos. Se puede multiplicar al infinito el número de los motores
movidos simultáneamente, pero en este caso, la serie no tiene que ser infinita
sino que ha de existir un primer motor que siendo inmóvil, cause el movimiento
del mundo: así pues, el movimiento del mundo es eterno pero posee un primer
motor. El primer motor mueve al mundo desde toda la eternidad.
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