Formar profesionales docentes es una tarea que implica una gran responsabilidad pero también una gran satisfacción cuando los objetivos se nos muestran cumplidos... Es además una tarea en equipo que necesita de las otras instituciones por lo cual agradezco profundamente a toda la comunidad del Instituto Monseñor de Andrea.
"Los disparos alrededor nos impiden oír
bien. Pero la voz humana es diferente de los otros sonidos. Puede hacerse oír
por encima de ruidos que lo inundan todo, aunque no esté gritando, aunque sea
un susurro. Hasta el murmullo más leve silenciaría a un ejército, cuando dice
la verdad"[1]
Elegí esta frase aunque sea fuerte y su
dureza raye en lo cruento con el fin de poder darle el sentido a la voz humana,
y con ello a las palabras, a veces tan irresponsablemente usadas. La voz es la
herramienta principal y fundamental que el docente tiene para enseñar, guiar,
incluso amar a sus alumnos, con su voz es que emprende la tarea día a día, es
su sonido el que imprime el cambio cuando sus palabras son dichas con vocación,
con conocimiento y compromiso.
Quienes formamos formadores tenemos la doble
misión de utilizar esa voz para formar profesionales científicamente
eficientes, pero también personas comprometidas con la educación, y para ello
es preciso el trabajo en equipo donde se involucra también otras Instituciones.
En nuestro caso debemos agradecer
profundamente a todos los miembros del Instituto Monseñor de Andrea quienes nos
han permito entrar en su casa y han colaborado generosamente con los alumnos
practicantes, futuros docentes, y han sido imprescindibles en su formación.
Lic.
Prof. Mabel Ruiperez.